sábado, 16 de febrero de 2013

Siente


Sin pensarlo estoy aquí, escribiendo, una vez más pensando en nada y a la vez en todo. Como aquel que despierta de un sueño profundo, abre los ojos y se deja cautivar por todo lo que buenamente sus sentidos pueden captar. Tengo, desde pequeño, cierta pasión por cada tono de color que desprenden las plantas, cada sutil nota que emana nuestra madre, la naturaleza. Pasión por apreciar y disfrutar de lo más simple que tiene el único hecho de estar vivo, no por escribir, mucho menos por pintar, solo por sentir. Sentir que hay algo que nos mueve, que las aves cantan, los árboles bailan y que el mar, al igual que todas las personas, tiene vida.
Sentir también, que la vida pasa, así como lo hacen las personas que alguna vez conocimos y que no podemos hacer nada para detenerla. Sin embargo, aunque no nos demos cuenta, siempre guardaremos en nuestras memorias algo de esos “preciosos” momentos y cuando menos lo pensemos, aquellos recuerdos harán que nos brillen los ojos y quizás nos desprendan una que otra sonrisa. Las olas se calmarán, las aves migrarán y el árbol de mi jardín, eterno ausente, quizás habrá muerto, pero nunca olvidaré las tantas largas conversaciones silenciosas que tuvimos. Nuevas aves aparecerán y harán que recordemos con cariño la primera melodía que nos hizo vibrar de la emoción, aquel primer recital en el que se nos pusieron los pelitos de punta y en el que descubrimos que todos, al fin y al cabo, somos y hacemos música. Y al caer la noche, nuevas olas de lejanos lugares y con diferentes rumbos traerán consigo nueva vida que posiblemente fluya con la nuestra o a través de nosotros. Por lo pronto aún es verano, el mar sigue vivo, las aves no migrarán y los jardines de todos lados están llenos de verdor. Hay mucha vida por disfrutar en todos lados, vivamos la felicidad de hoy y seamos felices también por mañana que será diferente. Solo hay que seguir sintiendo, solo hay que seguir viviendo.

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